Para Humberto Valdivieso,
cómplice de sombras
cómplice de sombras
No sabíamos lo que era el odio
el yugo del fracaso uncido a la respiración
ese despeñarse entre cardos y vigilias
la estéril quemadura del fruto perdido.
Fuimos bestias de carga ausente
asediadas por los tábanos del rencor.
Bajo la arcilla enterramos cada penumbra
cada yerro que fraguó nuestra desdicha
pero no hubo heredad
ni distancia que saciaran la fatiga
el rumor de los insectos
devorando del otoño los escombros.
Por eso nadie pudo regresar
sobre sus pasos aquella tarde
por eso nadie
ni después.
el yugo del fracaso uncido a la respiración
ese despeñarse entre cardos y vigilias
la estéril quemadura del fruto perdido.
Fuimos bestias de carga ausente
asediadas por los tábanos del rencor.
Bajo la arcilla enterramos cada penumbra
cada yerro que fraguó nuestra desdicha
pero no hubo heredad
ni distancia que saciaran la fatiga
el rumor de los insectos
devorando del otoño los escombros.
Por eso nadie pudo regresar
sobre sus pasos aquella tarde
por eso nadie
ni después.
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Comentarios
Òudi-Ló
gracias a ustedes, me levantan el ánimo
Saludos desde Medellín