Sin título


Para Humberto Valdivieso,
cómplice de sombras



No sabíamos lo que era el odio
el yugo del fracaso uncido a la respiración
ese despeñarse entre cardos y vigilias
la estéril quemadura del fruto perdido.

Fuimos bestias de carga ausente
asediadas por los tábanos del rencor.

Bajo la arcilla enterramos cada penumbra
cada yerro que fraguó nuestra desdicha
pero no hubo heredad
ni distancia que saciaran la fatiga
el rumor de los insectos
devorando del otoño los escombros.

Por eso nadie pudo regresar
sobre sus pasos aquella tarde
por eso nadie
ni después.


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Comentarios

Qué hermoso poema. Gracias, Sara.

Òudi-Ló
Anónimo dijo…
wow, qué maravilla.
sarauribe_26 dijo…
Oscar y Marco:

gracias a ustedes, me levantan el ánimo
Pura nostalgia eso de "regresar sobre sus pasos". Cuando nos toca y no podemos elegir... Garcias porque a mi paso extraño y aal azr por este blog... tomé unas gotas de ese ajenjo que es la poesía.

Saludos desde Medellín