Los mejores recuerdos de mi infancia están ligados a la escuela donde estudié hasta quinto de primaria: el Instituto Plancarte, en Querétaro. Recuerdo con cariño a la madre Lupita, a la estricta pero afectuosa madre Elvia, a la maestra Carmelita, la maestra Pueblito, y a muchos de mis compañeros de salón: La "abeja maya", Elizabeth "la grande", Elizabeth "la chiquita", Claudia, El "llantita ponchada", Moya, Yair, Gonzalo Camacho, Luis Manuel Jacome Flores, Sandra, Juan Carlos, Carmela, Jorge Campos. El de la foto es el fundador, el padre Jose Antonio Plancarte, y lo que son las cosas, ahora resulta que soy exalumna de una escuela que se define a si misma como: Católica, Guadalupana y Plancartina, quien me conoce ahora, no había de creerlo, de hecho, si yo no me conociera a mi misma lo suficientemente bien, tampoco lo creería.
El caso es que el fin de semana en una charla con mi hermana surgió la pregunta de seríamos capaces de vender nuestros recuerdos de la primaria, claro, en el supuesto caso de que alguien quisiera comprarlos. Yo dije que sí, que no lo pensaría ni un segundo (claro, si hipotéticamente la cantidad fuera una buena suma, pero claro, entonces surge la pregunta ¿cuánto es una buena suma si de vender los recuerdos de la infancia se trata?). Dudo que haya alguien que quisiera comprar nuestros recuerdos, pero si fuera así y esa suma me asegurara, no una opulencia exagerada, sino la tranquilidad económica para el resto de mi vida, lo haría, definitivamente, sin dudarlo.
Comentarios
Y en todo caso: con quién lo harías, con el padre Plancarte o con John Paul segundo, de esa misma edad?
ah, ya extrañaba ese qué prefieres de Cd. Victoria (en off: risas de truman al estilo ya saben cuál -bob esponja "celestial")
abrazo
qué gusto que pasaras por acá
saludos hasta la orilla