Los libros sobre la cama se acumulan con los días. Los miércoles Andrea los recoge y los vuelve a poner en orden, es decir: los desordena del orden que tenían en mi desorden. He estado muy dispersa en mis lecturas. Apenas si he tenido la constancia para leer algunos libros completos y de un tirón. Este año ha sido uno de esos en que no logro concentrarme en las lecturas por lo que leo un poco de un libro y lo abandono para ir a leer otro poco de otro. No sé a qué adjudicárselo. La verdad es que prefiero las épocas en que soy consistente y bienportada en mis lecturas. Supongo que es un problema del primer mundo porque recuerdo que cuando no tenía libros en casa para leer y sólo tenía acceso a ellos a través de las bibliotecas tenía que leerlos con orden y disciplina, además de con tiempo medido porque había que devolverlos en el plazo establecido. Ahora tengo varios libreros en casa y a veces me paro frente a ellos sabiendo que esos libros son míos, que me pertenecen. Que puedo leerlos cuando me venga en gana. No hay prisa. Ni orden. Que puedo llevarlos a la cama a que duerman conmigo. No importa que no los lea. Me hace feliz saber que me acompañan durante el sueño. Que algo de lo que los habita está ahí mientras duermo.
Comentarios
y me gusta mucho
saludos