Huraña pero contenta


Que soy una persona rara lo supe hace mucho. Recuerdo perfectamente la siguiente escena. Afuera del baño de la prepa con unos compañeros, algunos de semestres más arriba del mío. Me preguntaron que hacía para divertirme, dije que ir a la biblioteca, leer ahí, escoger libros para llevarme a casa y leer en casa. Por supuesto que se burlaron de mí. ¿Era tan extraño que me pareciese tan entretenido y divertido leer? ¿Qué hacían ellos? ¿Deporte? ¿Fiestas? No tengo la menor idea. En ese momento no hubiera podido nombrar ninguna actividad que me pareciera más divertida y fascinante que esa. Supongo que veían la tele o platicaban. Porque todos estábamos en una escuela para gente de bajos recursos, así que ir al cine o salir a las refresquerías no eran opciones comunes. Supongo que practicaban algún deporte.  Supongo que la pasaban con sus familias.

Todas mis tardes y parte de mis noches de la secundaria y la preparatoria se limitaron a eso. A leer. No tenía televisión. A veces ni siquiera tenía luz.  Leía en el patio hasta que la luz se iba. Luego leía acompañada de una veladora. Nunca fui tan feliz como en esa época en que viví tan poco y leí tanto. En la realidad me ocurría tan poco. Iba a clases, lo cual disfrutaba mucho en la prepa, en la secundaria más bien faltaba para quedarme a leer. Tenía amigos, porque de eso sí no me puedo quejar. Siempre tuve amigos a los que disfrutaba por las mañanas. Casi no iba a sus casas ni nos veíamos fuera de la escuela, no teníamos dinero como para eso. Sin embargo las más fascinantes aventuras me ocurrían por las tardes. Las más terribles o nostágicas o eróticas o alucinantes. Las cosas más fascinantes de muchos de mis años ocurrieron sólo en mi cabeza. 

Supongo que es por ello en parte que me volví una persona solitaria. Que me acostumbré a estar sola en esa casa. Sola con mis libros. Quizá por eso me cuesta trabajo incorporarme a una vida sociable. Quizá por eso soy tan huraña. Huraña pero contenta. 

Supongo que por eso no me importa si las cosas ocurren o no en la realidad. A veces sólo es suficiente que ocurran en mi cabeza. Que estén ahí. Digamos que eso ya es una forma de que ocurran. Digamos que soy una persona rara que a veces prefiere lo posible a lo real. Que a veces le basta sólo eso, la posibilidad de que algo pudiese ocurrir. Esa clase de proximidades.

Comentarios

Acabo de ver a Elena Poniatowska que habló sobre tímidos notables. La hurañía no es para mí un defecto. Saludos.