Salir del amor como quien sale de una alberca tibia.
Como quien abandona aguas en calma.
Un mar o una piscina. Un lago. Un río.
Una ilusión de quietud que termina cuando uno pone un pie fuera del agua.
Eso.
Poner un pie fuera del agua y tomar la toalla o la bata o el vestido.
Terminar un pequeño paseo.
Una indagatoria sobre las aguas, la tibieza o el amor.
Salir de las aguas como quien camina sobre ellas.
Esa certeza de ser invencible, la fuerza en los brazos y en las piernas.
Las zancadas y las brazadas y la lentitud del la ola que se retira.
Salir del mar como quien se aleja de un oleaje o del amor.
Pensar en la tibieza de esas aguas que sigue ahí.
En piscinas cuya quietud nos aguarda.
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