La noche anterior yo había dormido por primera vez junto a ella y nos habíamos levantado juntos. Nos habíamos dormido abrazados, pero durante el sueño nos separamos y durante toda la noche apenas me daba cuenta, inconscientemente, estiraba el brazo buscándola.
Era una de esas tardes grises en las que, sin embargo, no llega a llover realmente, sino que sólo de vez en cuando caen algunas gotas gruesas y uno se queda con la sensación de que ha faltado algo o algo se ha frustrado, algo que de alguna manera nos disminuye.
Juan García Ponce, Tajimara
Digamos que una noche sueñas conmigo. Que aparezco en tus sueños, pero no soy yo. Aparezco como otro personaje. Pensemos en una mujer que llega y te invita a hacer un viaje. Una mujer que te propone un viaje a Tajimara. Tú, desde luego, aceptas. Aceptas sin saber si me amas o me odias. Aceptas por que no puedes hacer otra cosa sino aceptar mi invitación. Digamos que no en el sueño, sino en la vida real tú has leído el cuento de Juan García Ponce titulado Tajimara. Que incluso has escuchado el video en You Tube donde el propio García Ponce lo lee con esa voz que te resulta extraña y al mismo tiempo tan familiar. Digamos que en el sueño soy una desconocida que llega de improviso a tocar la puerta de tu casa y de tu mundo. Que no en el sueño sino en la vida real tú jamás aceptarías una invitación de ese tipo. Digamos que sería imposible que tú y yo fuésemos en ese auto rumbo a Tajimara. A no ser qué yo me llamara Cecilia. A no ser que yo fuera un personaje de García Ponce y tú aparecieras en mis sueños manejando un automóvil. Digamos que me sueñas pero al despertar tienes la sensación de que en verdad hemos ido a Tajimara. Que te despiertas creyendo que en verdad me llamo Cecilia y tú has conducido toda la noche hasta un sitio en el que jamás has estado. Digamos que no es cierto que has soñado conmigo. Que he sido yo quien he deseado que así fuera. Que yo he soñado y en ese sueño éramos nuestros propios personajes. Que tú y yo escribimos un cuento titulado Tajimara, un cuento, desde luego con un epígrafe de Juan García Ponce. Que en el sueño, no en la vida real, nos reunimos en tu apartamento e inventamos un par de personajes que deciden reunirse en el departamento de uno de ellos a escribir un cuento o una novela corta sobre un par de personajes que se conocen en sueños y deciden hacer un viaje a Tajimara. Digamos que lo único que quiero es decirte que estoy escribiendo una historia sobre ti. Que estoy inventándote un personaje y que ese personaje podría, por ejemplo, soñar con quien lo está inventando. Que el personaje que te invento bien podría soñar esta noche que una mujer desconocida, que también podría llamarse Cecilia, llega a tocar la puerta de su casa y de su mundo para hacerle una invitación. Un viaje. Eso.
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