¿Bailamos?



Anoche te soñé toda la noche. De bar en bar íbamos. Bares de un puerto que no era ese puerto donde nos conocimos.Otro puerto y otros bares. Otras calles que en el sueño habíamos ya recorrido con anterioridad. Felices entrábamos a los bares a interrumpir el vuelo de las moscas que iban de mesa a mesa. Era esa hora en que se antoja llegar a un bar, cuando no hay nadie, cuando siempre uno puede fingir que nunca entró y salir como si nada. Bares en tonos sepia donde la había músicos callejeros que acompañaban nuestras risas.  Bares donde todos los meseros nos conocían. Bares donde siempre nos invitaban rondas. Bares donde todas las rockolas tenían las canciones que queríamos escuchar. Bares arrabaleros donde el que pide limosna y el que vende chicles y el chico de la vulca y el cargador del mercado y la empleada de la zapatería y la enfermera que del turno sale aún con uniforme. Bares donde las señoras bailan despacito con sus maridos o con sus amantes. Bares donde los señores aprietan las cinturas de mujeres desconocidas. Bares de viernes de quincena y trapitos de gala y camisas que huelen a sudor del día. Bares donde uno se pierde y por eso es uno tan feliz siendo nadie. De los bares entramos y salimos toda la noche hasta que terminamos en uno que estaba repleto. Hacía mucho calor y todo eran risas y espuma. En el techo los abanicos mezclaban el humo y los humores. Todo el lugar respiraba o bailaba o encendía un cigarrillo al mismo tiempo. Todos pedíamos el último trago sabiendo que mentíamos. 

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