A veces siento que simplemente no tengo nada más que decir. A veces leo las entradas de otros años y me asombro de lo mucho que tenía por escribir y decir. Ahora batallo si tengo que llegar más allá de los diez renglones. ¿A qué se deberá? ¿Tendrán la culpa Twitter y Facebook? Posiblemente no. La cosa es que a veces también es bueno el silencio y la brevedad. Sobre todo el silencio. Sobre todo la brevedad.
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