Y luego esta sensación de estar suspendida. De estar esperando por algo o alguien (no importa si ese alguien soy yo misma). La sensación de que algo no está del todo resuelto. Que algo está pasando o va a pasar y en todo caso esa inminencia es vana porque no importa, porque la suspensión es aquí y ahora, porque la suspensión es el presente. Algo que no termina de ocurrir. Como si vivir fuera estar pendiente de un hilo. Ese movimiento pendular. Ese evitar la caída. O ese caer y recuperar luego el vuelo, al vuelo. Volando ahora contigo (no importa si ese contigo soy yo misma). Volando a la distancia con otros, que fueron y ya no. Que siguen siendo y aparecen o desaparecen a sus propios ritmos. Caer y caer y perseguirse en las sombras (no importa si esas sombras son y no son, en todo caso, mías). Particularmente incierta, que no triste, aunque a veces. Particularmente vulnerable, aunque no vencida, aunque a veces. Particularmente arrojada, aunque no victoriosa, aunque a veces, también, un poco sí.
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