Últimamente me ha asaltado la idea de que ni este cuerpo, ni esta vida son las mías. Es una sensación curiosa, como si estuviera adentro de un envoltorio que no me pertenece, como si toda yo fuera un disfraz.
Por ejemplo, mi cuerpo. Siempre me pregunté que se sentiría ser delgada. Fui una mujer obesa durante de los veinte a los treinta años. Ahora me siento como perdida. No recuerdo qué se sentía tener tanto sobrepeso, pero tampoco podría explicar que se siente ser delgada. A veces, simplemente siento que este no es mi cuerpo. Que no se siente nada.
Y luego mi vida, así, tan independiente, tan hago lo que quiero y puedo ir a donde quiera. Porque es así, porque en realidad no dependo de nada o de nadie. Porque podría quedarme aquí o irme y soy yo quien lo decide. Eso. Eso me parece que no fuera mío. Como si esta libertad le perteneciera a alguien más. Porque me pregunto, de ser así, de ser esta libertad mía ¿por qué no la ejercí antes? ¿por qué dejé de hacer tantas cosas?
Eso, tampoco me reconozco en mi pasado. Sé que ahí estuve, que por devenir soy también esa que fui y sin embargo difícilmente puedo reconocerme en esa. Pero tampoco en esta ni en ninguna.
Más que una inquilina una paracaidista subrepticia. Vivo aquí sin pagar renta. En este cascarón que sonríe y dice cosas que no siente, que no piensa. Y no, no es que mienta ni finja. La que dice y hace todas esas cosas es verídica. El asunto aquí, es que ésa no soy yo.
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