LP. Pero, ¿qué es el cuestionamiento del pasado si no la capacidad de distanciarse de manera crítica de nuestra propia memoria? No obstante, se concibe generalmente que la memoria de un individuo o de un grupo constituye su identidad. La sanidad mental descansa en esta capacidad crítica de distancia con respecto a sí mismo. Se podría considerar una segunda forma de identidad, un yo psíquico ya no constituido exclusivamente por la memoria sino residiendo en esta capacidad de revuelta íntima a la vista de su propia memoria, en este poder de autoobservación crítica y de cuestionamiento de su pasado. La identidad humana residiría en esta negatividad, en este desligarse a la vista de sí misma, antes que en una adhesión positiva e incondicional a una memoria, a un pasado. Esta adhesión al pasado sería una suerte de síntoma de una detención morbosa de la vida psíquica en adquisiciones identitarias, una petrificación patológica del sujeto en un significante exclusivo.
JK. Lo acepto totalmente. Pienso que la identidad como cuestionamiento es una de las grandes adquisiciones de Occidente.Se encuentra una bella expresión en san Agustín cuando define el yo como cuestionamiento. El yo es lo que deviene cuestión de sí mismo. Questio mihi factus sum: He devenido cuestión para mi mismo. Es, precisamente, esta interrogación del inconsciente lo que nos permite también reconciliarnos con esas extrañezas: nunca de manera definitiva, jamás para constituir una adhesión a una identidad. Apropiémonos de nuestra memoria, pero con la condición de poder hacer un descanso para nuevos cuestionamientos, nuevos renacimientos, nuevas creatividades.
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