Septiembre sigue raro y el hueco creciendo. Me queda esta sensación de cómo las certezas se agotan, este tambalearme y no encontrar a dónde asirme. Algo está mal, algo está faltando, fallando, farfullando. Me queda esta sensación de gritar y gritar y que nadie escuche.
Hace un par de noches me soñé en una casa extraña, yo estaba ahí de paso porque no tenía dónde quedarme y alguien me había dado esa casa. Era una casa vieja, llena de libros y objetos antiguos. Todo era extrañamente nítido, en tonos verdes. Había agua escapando, una fuga.
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