Abramović desarrolló una de sus performances mas exigentes
(y la más conocida).
En ella adoptaba un rol pasivo,
mientras el público la forzaba a realizar la actuación.
Colocó sobre una mesa 72 objetos
que la gente le permitiera usar en la forma que ellos eligieran.
Algunos de estos objetos podían dar placer
mientras otros podían infligir dolor o incluso dañarla.
Entre ellos había tijeras
un cuchillo
un látigo
una pistola
y una bala.
Durante seis horas la artista permitió a los miembros de la audiencia
manipular su cuerpo y sus acciones.
Inicialmente, la audiencia reaccionó con precaución y pudor,
pero a medida que pasaba el tiempo
(y la artista permanecía impasible)
mucha gente empezó a actuar muy agresivamente.
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