Estando aquí no estoy


Días y días sin poder pegar una palabra a otra. Sintiéndome incapaz de escribir un miserable post. Apenas el balbuceo del tuit y el eco acompasado del FB. Un par de columnas aburridas. Eso es todo. Los nosequémepasa sobran. Pero en el fondo lo sé o lo intuyo. Un poco de parálisis sí. Falta de concentración. Carajo, que no todos los días el mundo y su revés: lo que se reinventa, lo inédito. Que no todos los días la nostalgia y la evocación. Estar aquí cuando todo lo que se desea es estar en, estar con. Así de sencillo: me siento bifurcada. No todos los días los fantasmas vuelven y las preguntas se acumulan. No todos los días se descubre que los caminos recorridos no fueron tal cosa. No todos los días el emborronamiento de quien de nuevo frente al azogue. La maldita procastinación. Lo temporal y las preguntas. Los proyectos que abundan en mi cabeza no se concretan. Nada se concreta. Tal vez sea eso: el peregrinaje. Las más de las veces me sueño en hoteles. Eso debe decir algo. Soñarme en hoteles y anoche un gran supermercado abandonado. Pero no, no abandonado, sólo vacío. Solitario. Un autoservicio con luces opacas. Soy feliz, sumamente, no se malentienda. Soy feliz y duele.

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