Iñaki y otras historias


Hace unos meses me dí cuenta que en mi casa vive una araña. Creo que fue el día que asustó a cierto poeta contundente. El caso es que en realidad no sé si es la misma araña o no, pero me gusta creer que si, que es la misma de aquel día. Hoy la ví en la pared muy ufana, muy quitadita de la pena, ahí nomás. Pensé que de algún modo esa araña es mi huésped, que no mi mascota, es distinto. Pero es que este fin de semana estuve hablando de mis gatos, de los gatos que he tenido a lo largo de mi vida. Hagamos recuento: Cucho, Chamuco, Göschel y La Piru, todos muertos de forma violenta. Bueno, no todos. Cucho primero estuvo a punto de morir ahorcado, se enredó con algo y pendía del techo cuando lo alcancé a salvar. Luego se debe haber comido algo que le hizo daño o lo envenenaron y murió. Fue enterrado en un portafolio azul. Le lloramos mucho. Mucho. Chamuco murió por culpa de su fijación con los pies. Le encantaba merodear los pies de las personas hasta que lo aplastaron y le quebraron el espinazo (esta es la versión oficial, la verdadera muerte de Chamuco sólo la conocen unos cuantos). Con Göschel pasó otra cosa. Me cambié de casa y se desorientó. Se me perdió por un par de semanas y luego un día nos encontramos en la calle. Era de noche. Estábamos como a cinco metros uno del otro y nos reconocimos. Yo lo miré como diciendo ¿eres mi Göschel? y él me miró como diciendo ¿eres mi dueña? Nos miramos y nos fuimos acercando poco a poco. Lo cargué y me lo llevé a casa de un amigo porque iba a una reunión y luego finalmente a mi casa. Lo malo fue que al día siguiente el hijo de la que me rentaba el departamento le abrió la puerta y lo dejó salir. Antes de irse Göschel volteó a mirarme. Yo no puedo olvidar esa mirada de mi gato, como si supiera que sería la última vez que nos veríamos. A La Piru, la única gata que he tenido, me la envenenaron, la encontré muerta debajo de mi cama. La Piru fue mi último gato y de eso hace ya más de cinco años. Claro que me dan ganas de tener un gato otra vez. Pero no me siento capaz. Marco dice que primero debería ver si soy capaz de cuidar una planta. De que no le pase lo que a Iñaki, mi cactus que se murió por falta de agua. En serio, no es broma. He pensado seriamente en un pez. Siempre he querido tener un pez. Pero sigo sin atreverme. Marco tiene a Umha y a su nueva iguanita. Lili tiene a Mei. Yo sólo tengo una pinche araña, que ni es mía, que ni es posiblemente la misma, sino una araña distinta que yo insisto en unificar en una sola identidad arácnida.

Comentarios

Uhma dijo…
Ay, es muy triste que tus mascotas mueran, pero más, mucho más verlas morir, me ha tocado varias veces :'(
Debo relatar después cómo la gata que tiene mi abuela realmente ha sobrevivido a todo... Y no te sientas mal, las arañas son cool. Saludos.
ophelias dijo…
Prefiero las arañas a las salamanquesas. Por mucho.

Ahora, unos espacios de silencio en memoria de Lupe Tránsito, mi hámster que a mejor vida pasó por estas fechas hace un año.
Sara Uribe dijo…
Hagamos silencio por Lupe Tránsito. Cómo no.
Hola Sara:
Me gustó tu texto y me recuerda también que en los linderos de mi familia ningún perro permanece vivo.
Ni modo.