Minucias


Dormí toda la tarde. Se supone que corregiría textos o que iría al gym, pero de plano tenía tanto sueño atrasado, que ni lo uno ni lo otro. Le echo la culpa totalmente al blizzard de oreo (nunca había probado una cosa tan deliciosa). El caso es que tanta azucar en lugar de darme para arriba me noqueó. Me privé en el sillón a eso de las seis y media y no desperté sino hasta las doce. Lo peor de todo es que primero creí que eran las diez. Pasaron cinco minutos y luego me dí cuenta de que eran las doce. Las dos horas más veloces de mi vida. Casi es la una y tengo que volvera dormirme porque me levantaré antes de las cinco para ir a Victoria. El hecho es que si tengo sueño, así que sólo escribiré este post y me dormiré. En la tele: videos de Jackson sin sonido (tengo esta manía de tener el televisor prendido en mute). En mi bandeja de entrada de gmail: un correo de mi profesor de seminario de tesis que nos manda información sobre un congreso internacional de innovación educativa en el que supongo quiere que participemos. En el facebook: esta percepción sobre la felicidad: que tanta felicidad no puede ser algo bueno. Que tanta felicidad: te rompe, te deshace. Que tanta felicidad significa otra cosa, no ser feliz. Luego pensar que yo he sido feliz así, con esa sensación de estar a punto de romperse, de deshacerse. En mi celular: un mensaje a las ocho y algunos minutos. Una llamada perdida.

Comentarios

Minerva Reynosa dijo…
ayyy sarrita
ya somos dos que tenemos la tv en mute y haciendo todo y nada destrozos y corrigiendo el mundo

qué lindo post


salud mi rreina!!

MR