sin dolor no te haces feliz (la ley dixit)

debíamos los besos: la cerveza sobre el pecho y la luces tras la transparencia del vidrio, debíamos las horas perdidas en el sueño invencible de los desentendidos, la linterna extemporánea del abismo, eso, la estridencia de las manos sobre el cuerpo ajeno, la boca que nada, que decía del ayer la urdimbre, la boca-nada, este decir de sombras y molduras, por ejemplo: esos labios que apenas, su morder lentamente y efímero el nombre, sí, la orilla de la madrugada y la herida, definitivamente el simulacro, el antifaz de esta disyuntiva, pero cómo decirte sin esta cornisa donde lo que antes es difuminado, pero entonces las viejas canciones, los lugares visitados y tu profanación, eso, cómo desenterrar y volver nueva la distancia, pero lo largamente añorado ahora, así, espontáneo, inesperado, como ese aliento deseado que ahora se precipita, así, hacia el olvido, como los trapos viejos de un barco llamado "Saratoga", digamos Tampico 1888, la epidemia del cólera, la viruela, los toneles de pólvora para el saneamiento, digamos este vaivén incontrolable, digamos máquina de escribir de nombres rotos, plagio: narrativa imposible del cuerpo, distorsiones: contorsiones, algo que se pierde, que se fecunda sin ser visto: pero antes, antes la indisposición, el laberinto, antes la música que se cierne sobre este privilegio, el prodigio de besar de nuevo, eso, lo deseado,,,

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digamos máquina de escribir de nombres rotos (Me gusta, diría en el FB.)