Ayer por la noche me corté el pelo, lo había estado posponiendo porque me daba como miedo que no me fuera a gustar el corte, pero al fin, como muchas otras cosas que me dan miedo -pero que en un arranque de valor me animo a hacer- resultó que me gustó cómo quedé. Ayer que hacía mi tarea de la maestría, leía un texto sobre administración y hablaban de los sistemas cerrados, aquellos que buscan la certeza, lo inmutable y estático. También hablaban sobre los sistemas abiertos, aquellos que aceptan la incertidumbre como principio, el hecho de que no se puede preveer ni controlarlo todo. El texto decía que ésas son las organizaciones que actualmente tienen más éxito, las más flexibles. Me quedé pensando en que las más de las veces tiendo, por intercia al sistema cerrado, quizá esa esencialidad o sustancialidad podría venir de mi noción religiosa infantil, no lo sé. El punto es, si sabemos, por que la existencia lo hace evidente, que el ser humano es cambiante y efímero, porqué nos aferramos a las cosas, porqué ese deseo de permanencia, porqué no aceptar la volatilidad, la evanescencia. Ser eso, lo que cae, como el pelo que bajo la presión de las tijeras se desprende y luego ya en el suelo es barrido como cosa muerta. Hoy, por cierto, me puse mi primera falda del año.
Comentarios
Me gustó mucho el monocromo que engalana el título de tu blog.
Hasta pronto.