días soleados de febrero


Me sienta muy bien la vida saludable. De mis vicios alimenticios sólo conservo el del café y definitivamente es el mejor que pude haber elegido. Desayuno pan de frutas, yogurth natural y café. Como pescado o pollo asados con verduras y una manzana. Ceno queso (fresco/seco) o atún o carne roja (asada) con verduras, ensalada o champiñones, licuado de fresas o una manzana y leche tibia. Una vez a la semana puedo cenar una hamburguesa. Estoy tratando de caminar una hora en la laguna de tres a cuatro veces por semana. Tomos dos litros de agua al día. No estoy tomando alcohol y no estoy fumando. Lo del cigarro es raro, dejé de fumar quince días por una tos pertinaz que no se me quitaba, pero luego, al intentar retomar el hábito, el cigarro me empezó a saber feo, he intentado fumar pero no lo disfruto, apago el cigarro a la mitad o antes. Con toda la inseguridad que hay en la ciudad, la idea de ir al antro ya no me parece atractiva, así que tampoco me desvelo ya mucho. La verdad es que me gustan las rutinas. Me gusta levantarme y escuchar por ejemplo a Fito Páez mientras me baño y me visto. Tomar un té. Salir a la calle e intentar cazar un taxi, en el trayecto oir en el ipod por ejemplo a Fernando Delgadillo. Llegar a la oficina, checar correo, blogs, facebook, periódicos. Trabajar en cosas que a otros parecen aburridísimas y a mí me encantan, justo como ahora que estoy haciendo una revisión hemerográfica y reviso periódicos de 1991. Me doy cuenta que la vida es siempre la misma, se repite todo: ofertas, robos, muertes, choques, fraudes, balaceras, fiestas de salón, eventos culturales. A media mañana desayunar y luego seguir trabajando. Salir si es necesario a hacer ciertas diligencias. A las tres abordar el autobús o carro de ruta a mi casa, llegar y cocinar. Comer leyendo por ejemplo Tokio Blues de Murakami, tomar mi café vespertino y tratar de escribir un rato. Luego el trayecto del autobús a la laguna y caminar caminar en compañía del ipod y mi consabida lista de reproducción que se repite también como las notas de los diarios del 91. Regresar a casa y trabajar en los proyectos pendientes: la gaceta del archivo que quiero sacar para abril, el curso de ensayo que quiero tener listo para julio, el diseño curricular para el proyecto de RM y que también me servirá para la tesis, la tarea de la maestría, las lecturas pendientes. Después cenar y ver alguna de mis series o programas favoritos: grey's, boones o los simpson. Luego, mientras bebo mi leche tibia, y aquí debo decir que se me ha vuelto una adicción la leche tibia, me trae recuerdos como que de la infancia, una cierta calidez o tibieza, una sensación reconfortante. Decía entonces que bebo mi leche tibia y vuelvo a la escritura o a la lectura antes de dormir. Me gusta el momento en que cierro la ventana de la sala y corro las perianas, apago las luces y todo queda a oscuras. Me gusta porque de niña la oscuridad siempre me asustó, me hizo sentir insegura aún en mi propia casa y ahora, ahora siento una gran paz, camino con la seguridad de quien se sabe en sus dominios. Luego, ya en la cama, apago la luz y acomodo las almohadas, no siento apremio ni apuro, pienso en cosas agradables, deseos, recuerdos, palabras y luego duermo. He dicho que no me gusta soñar, pero sueño. Y luego todo vuelve a repetirse, y me gusta que se repita, aún con sus variaciones que luego también se vuelven una constante. Siempre he tenido una noción exacerbada de la efimeridad de las cosas, una percepción de cómo el tiempo y la vida se esfuman sin poder evitarlo. Pensar que la vida se nos va luego en cosas tan vanas, que la vida irrepetible, nosotros, nuestros años se marchan mientras lavas los platos o destapas el fregadero o sacas los papeles del cesto o lees una lectura sobre cómo aprendemos a olvidar o planchas una blusa o vas en un autobús y te quedas atorado en el tráfico o separas la ropa sucia o miras un programa de tv, o revisas todos los papelitos que has guardado en tu cartera. No sé, mi vida es por donde se le mire aburrida, rutinaria, pero me gusta, me gusta ser yo la que camina por esa laguna, la que lee, la que va al oxxo por un café, la que apaga las luces, la que escucha el mismo disco de Miles Davis mientras intenta escribir todas las tardes.

Comentarios

John Pluecker dijo…
qué bonito el textito. bueno y a mí también me reconfortan mis rutinas mundanas al lado del golfo. hacen que el reventón que venga después sea un reventar de a veras. jp
Liliana Blum dijo…
Claro que no es aburrida tu vida, Surimi. Al final de cuentas, todo son rutinas, porque humanamente nos gustan. Sólo que algunas rutinas implican el desvelo diario, el uso de drogas, ocho horas de videojuegos, una pizza al día, dos cajetillas, etc. Pero son rutinas al fin.

Ya me has hecho sentirme mal por mi dieta!!!

Lili
Me doy cuenta que la vida es siempre la misma, se repite todo: ofertas, robos, muertes, choques, fraudes, balaceras, fiestas de salón, eventos culturales.

Sara, siempre tus textos muestran alguna verdad cotidiana dulce y curiosa de recordar. Me gustó mucho! (saludos)
Ali Heredia dijo…
hijole...... quisiera tener la voluntad de seguir una rutina
alejandra dijo…
eeeeaaaa vamos!
las rutinas y la vida sana son buenas, de pronto hasta tenemos mejor olfato, mejor tacto, y dusfrutamos más de todo

i miss u sara!