en las calles que recorro a diario, en las aceras esquivas que apartan mis pasos de su boca de asfalto y lluvia, en la ajena mirada de los que saben que ignorar todo lo cura, absuelve, derriba, en el humo imposible de mi sed, en las palabras que el viento dibuja en los árboles de la noche, en la habitación vacía y la puerta intacta, en las canciones que la radio escupe sobre mis heridas...
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