Esta mañana encontramos la foto de un cadáver en un expediente de 1921. Se trata de un desconocido. Desnombrado. Torax: aguja e hilo. Fondo: paredes viejas, moho. Sobre una plancha de tablas. Madera rota. Es una imagen un poco siniestra, hay que decirlo, pero no pude ni quise evitar verla. Ya luego escanearla fue tarea archivística. Poco despues un documento de una chica de 19 años que solicita al Presidente Municipal en turno su ayuda para casarse sin contar con el consentimiento de su padre. El permiso fue otorgado.
He pasado la mañana diseñando el segundo número de la Gaceta. Viendo fotografías de viejos cafés de chinos. Viejos cafés de Tampico en lo que jamás estuve ni estaré. [Por cierto que el sábado fui a caminar a la laguna y ya de regreso al centro pasé por el Café Tampico. Recordé cierta madrugada en la que Eduardo y yo caímos ahí por un café con leche. No recuerdo si comimos algo, lo que si viene a mi mente es que fumamos y estuvimos platicando largo rato antes de irnos. Me dieron ganas de entrar y pedir un café. Una mujer me vio a los ojos mientras afuera yo con nostalgia proseguía mi paso].
Por la mañana mientras mi café, el cronista me hablaba de cierta migración libanesa de Buenos Aires a Tampico. Luego estuve transcribiendo la letras de algunos huapangos como el aguanieve que me fascina. Seleccionando fotografías de una bodega llena de documentos. Viendo posible material para la Gaceta. Intentando que el diseño me quede menos pinche que el del primer número. También vino Antonio Corona, el escultor, y le dí un pequeño recorrido.
Vi una imagen del café Alcázar en una revista. Le pregunté al cronista que dónde estaba y me dijo que donde ahora farmacias Benavides (la que está enfrente de la Plaza de Armas), me cuesta trabajo pensar que donde ahora estantes y luz blanca: falsa asepcia, antes mesas, humo, comensales.
Cómo me habría gustado tomar café ahí, y fumar, desde luego.
Comentarios
¿El dibujo sobre tus líneas es tuyo?
no, ese talento no se me dió, jajajja