Hace un par de meses que mis días no son azules. He escuchado toda la música posible como si con eso pudiera arreglar algún desperfecto, pegar el odre roto. No sé de dónde me vino de pronto una extraña necesidad de llenarme con música, he escuchado casi de todo, en estos últimos días Compay Segundo y Marc Anthony, me gusta mucho la música cubana y la salsa pero siempre terminan por ponerme triste. A eso me refiero, mis días han sido grises o verdes, anaranjados o marrones. Me siento bien y luego me siento mal por sentirme bien. El domingo por la noche tuve una pesadilla terrible, de esas pesadillas donde tu vida se ha echado a perder y no hay ninguna reversa posible. El lunes por la mañana me veo metida en un problema editorial por mi ignorancia en asuntos de traducciones y luego, para colmo, al llegar al cajero la máquina no lee mi tarjeta y todos los de la fila me odian por hacerlos esperar. Lo único bueno que puedo decir a mi favor y ya es bastante (debo considerarme pagada de toda esta mala racha), es que mi resident evil, mi bacteria estomacal, mi pylori, ha desaparecido. Me falta todavía erradicar la otra bacteria que tengo, el doctor me da esperanzas de que posiblemente en un mes, yo lo único que hago es contar los días para volvera tomar un café, un cigarrillo, aunque los días, por lo pronto, por más que intente dibujarlos, aún no puedan ser azules otra vez.
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Comentarios
espero verte en Saloma =)
c_ro:
no es la salsa, soy yo, creo que cada quien encuentra lo que quiere o lo que puede en la música, y como te decía, más que tristeza es nostalgia, pero la salsa me gusta y la de Marc Anthony más