Tus palabras, su sonido.


Te leí el día equivocado, a la hora equivocada, en el lugar equivocado. Te leí el día que yo no tenía nada que hacer ahí. El día de las grandes coincidencias. El día de la tristeza anunciada. Las ocho de la mañana en un café frente a una ausente plaza. Te leí en junto a un espejo-ventana mientras tomaba un té de manzanilla, mientras un par de ancianos jubilados charlaban de cosas inaudibles. Te leí en un carro de ruta Tampico-playa. Bajo el puente de los suicidas. Te leí en un café frente a una catedral leprosa. El café de las ardillas. Te leí en un camión Cañada, con música tropical de fondo. Te leí en voz alta para mí sola, para escuchar tus palabras, su sonido. Te leí antes de dormir, antes del insomnio. Te leí para ahuyentar el llanto. Te leí oyendo a Demian Rice. Te leí el día en que el destino y el azar, el día en que una ciudad ajena y mía.
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Comentarios

Anónimo dijo…
Te leí... desde donde no estas... desde donde tus ojos no han capado una imagen.. desde donde no estas.
Anónimo dijo…
LO MEJOR DE LEERTE ES QUE CADA VEZ ME GUSTA MÀS LO QUE ESCRIBES, PORQUE SIEMPRE QUE LEO ALGO TUYO ME DEJA REFLEXIONANDO Y ME DEJAR PENSANDO EN QUE HACIAS CUANDO PLASMABAS CADA LETRA.
Rosa Razo dijo…
Hola Sara! Pues aquí, enviándote saludos tecleados con dedos fríos y abrazos cálidos. Un gusto leer tus textos y haberte conocido. Estamos en contacto!
sarauribe_26 dijo…
Anónimo:
se lee siempre desde una ausencia que invoca a la presencia

Anahí:
gracias por tus comments y suerte con la empresa que te espera

Roxy:
gracias por pasar por aquí, imagino que allá está bien frío, me dió mucho gusto conocerlos a todos y poder convivir, a ver si un día se me hace ver tus títeres